jueves, 2 de abril de 2009

Tu imagen en el mar
Esta es una de esas noches en la que no tienes ganas de hacer nada, ni de ver a nadie y lo único que te apetece es estar sola y pensar. Doy gracias por tener una playa a dos manzanas de mi casa, porque por las noches cuando me siento así voy allí y me tumbo en la arena a pensar. Cierro los ojos y siento cómo la brisa del mar acaricia mi cara, el sonido relajante de las olas que no cesan en moverse al llegar hasta mis pies y mojarlos suavemente. En alguna parte de mi mente oigo tu voz susurrándome al oído palabras que ni yo misma entiendo pero les presto mi máxima atención por si entiendo algo de lo que me dices. Creo que estas cantándome una canción, tu voz suena tan cerca de mí que parece que estas tumbado a mi lado. Abro los ojos y me incorporo con los latidos del corazón acelerados, porque he notado tu presencia, he notado como tu mano acariciaba mi cara. Suspiro desilusionada al ver que no estás como tantas otras veces me ha pasado; ha sido el aire, él me ha vuelto a engañar, ha traído tu voz de alguna manera hasta mis oídos y la brisa del mar me ha engañado al acariciar mi cara haciendo parecer que era tu mano y no solo aire… “¿Por qué me haces esto?” pregunto tristemente mientras con mi mano escribo tu nombre y dibujo un corazón en la arena. El mar a notado el hueco que ha quedado en la arena a causa de lo que he escrito y curioso se acerca a leerlo. Al taparlo, sin querer lo ha borrado y se lo a llevado con él. Me quedo boquiabierta mirando el lugar donde unos segundos antes estaba escrito tu nombre y una lágrima resbala por mi cara. Me levanto ágilmente, me acerco hasta que el agua cubre mis tobillos y miro al mar con rabia “¿No te conformas con hacerme sufrir creyendo que lo tengo a mi lado?¿Ahora también tienes que borrar su nombre?” Nada más decir eso una ola más grande que las que había hasta ahora llegó hasta mí, mojándome hasta la cintura. Miro a mis pies y aun más furiosa que antes, levanto el pie y salpico agua hacia delante. De repente todo se quedó en silencio y el mar estaba en calma. Miro el lugar donde ha caído el agua que yo he tirado y de repente aparece un resplandor y una imagen borrosa que poco a poco se va haciendo más nítida. Es tu imagen, me enfadé con el mar porque me ha robado hasta tu nombre pero de alguna manera ha intentado recompensarme. No puedo explicar lo que sentí al verte tan cerca de mi, al notar tus ojos posados sobre los míos y ver tu sonrisa dibujada tan perfectamente en tus labios. Poco a poco la imagen fue haciéndose más trasparente hasta sólo quedar agua y el permanente balanceo de las olas, igual que antes. Salí del mar rápidamente, fuí al paseo marítimo a coger una rosa, le até un papel amarillo y le plastifiqué. Volví al lugar donde el mar me había mostrado esa imagen tan perfecta y metí la rosa incrustada en la arena, era mi forma de agradecerle al mar lo que había hecho por mí. Cada noche volvía a ver si la rosa seguía ahí y por muchas tormentas que hubiera, por mucho que subiera la marea o por muchas personas que pasaran por allí, la rosa jamás se arrancó. El mar se adaptó a vivir con ella ahí metida, como formando parte de él y la rosa también, porque cuentan que se volvió de piedra para no morir jamás… En el papel escribí “Aquí fue la primera y la última vez que estuvimos juntos por un instante, jamás podré olvidarlo”.

Autora: Bianca Gabriela Tigau
Curso: 2º ESO
Colegio: Vicente Medina